La monarquía española es un cáncer para el país

Hay algo que está plenamente probado y verificado, y es que los borbones se han dedicado a robar y expoliar todos aquellos territorios por los que han pasado. También demuestra la historia que entre esta infame familia se encuentran los parásitos más duros de pelar de entre toda la aristocracia y realeza europea. Tanto es así que en Francia no bastó con que separaran la cabeza del cuerpo de algunos de sus más prominentes miembros para exterminarlos, pues todavía costó casi un siglo quitárselos definitivamente de encima tras varias recidivas.

En España, por desgracia, todavía no lo hemos conseguido, y bien que lo estamos pagando por mantener al principal causante del retraso (atraso que diría alguno) secular del país. Pero en nuestro descargo hay que decir que también se ha intentado en varias ocasiones, aunque con peor fortuna que en el resto de ‘exreinos’.

Y es que no podemos pretender que una comunidad de intereses (un país no es más que eso) funcione de manera decente si pone al frente a un ladrón. Porque el ejemplo siempre funciona en cascada, de arriba abajo, para bien y/o para mal (especialmente para mal). Y el rey (y en plural), que en este país no lo es ni por asomo a título honorífico por más que insistan en recalcarlo torticeramente (precisamente porque saben que es falso) los voceros del poder, es sobradamente conocido que está aquí para servirse, para parasitarnos, y nunca para dar un servicio.

Pero todo esto es muy viejo, y no hay ningún secreto ni a nadie tiene que cogerle por sorpresa toda esa información que está saliendo a la luz (probablemente desde fuentes policiales pero, por fortuna, con la aquiescencia de altas instancias). Todo esto se conoce tanto como los chanchullos multimillonarios de Fraga, de Aznar, de González y sus adláteres, de una parte del gobierno de Zapatero, de Rajoy y sus mariachis, y de la cúpula del Ejército, de la Iglesia, y de las grandes familias de banqueros, nobleza y de todo lo que antiguamente se conocía como fuerzas vivas y poderes fácticos.

Por no ir más atrás ni apuntar bibliografía al respecto, solo hay que dedicar unos minutos a este audio de principios de 2015 donde ya se dice todo (y más) sobre lo que hoy está volviendo a salir a la luz como presunta primicia.

En este país, desde siempre, se ha robado como nunca podremos imaginar, porque es el organigrama al completo el que está podrido. Pero es que además nunca hemos tenido la posibilidad de que por la gracia de la democracia republicana nos tocase (elegido en las urnas) un jefe de Estado decente que sentara las bases para controlar el desfalco y empezar a construir así, con suerte, una nueva realidad sociocultural. Y seguiremos sin tener esa posibilidad mientras el jefe de Estado (irresponsable e inviolable por ley) siga siendo un rey, y no solo eso, sino un rey de una Casa que se ha dedicado al expolio por tradición.

De todas formas no hay que perder la esperanza. Lo que está ocurriendo no puede ser casual, y hay tendencias y corrientes que una vez toman curso son muy difíciles de desviar. Y es que puede que, por pensar en positivo (y quizá pecar de inocentes), alguien haya visto alguna oportunidad para enmendar tanto defecto y tenga la voluntad de apuntar al tumor.

Ya lo iremos viendo, pero lo veremos más allá de noticias rimbombantes. Porque esto es un proceso en el que no son posibles ni tampoco deseables grandes cismas hasta que no está la fruta madura. Así que habrá que fijarse en los pequeños gestos para interpretar el momento y los porqués.